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Respiración y Relajación

  • Foto del escritor: Silvana T. D'Agostino
    Silvana T. D'Agostino
  • 19 ago 2016
  • 3 Min. de lectura

Antes de continuar con el tema, resulta oportuno ampliar un concepto mencionado en la publicación “Respiración Conciente”, acerca de las propiedades de los pulmones.

Los pulmones no tienen tejido muscular, lo que significa que no podemos “trabajar” directamente sobre ellos.

Las pleuras son membranas que envuelven en gran parte los pulmones, hay una por cada uno, que a su vez tiene una doble hoja (adheridas entre sí), o sea el pulmón está envuelto doblemente.

Siendo un poco más grandes que ellos para permitirles cambiar de volúmen durante los movimientos respiratorios.

La hoja externa de la pleura se adhiere a la cara profunda de las costillas y a la cara superior del diafragma, cuyos movimientos por lo tanto seguirá.

Así, por medio de las pleuras, los pulmones se "adhieren" al tórax, pero de una manera deslizante y móvil. Siguen obligatoriamente los movimientos y deformaciones de las costillas y el diafragma, debido a su capacidad de distensibilidad.

Pero al mismo tiempo, por su propiedad elástica presentan resistencia a esta acción y tan pronto como esta cesa, vuelven a su forma original, pudiendo llegar a hacer que las costillas y el diafragma se deformen con ellos.

Entonces, como ya hemos dicho en la referida publicación, la inhalación es activa, una cierta fuerza se debe aplicar en oposición a la resistencia natural a este estiramiento.

Mientras que la exhalación es pasiva, se trata de un retroceso elástico, donde los pulmones vuelven a su forma original.

Y si bien no se puede accionar directamente sobre los pulmones, sí se puede afectar su expansión indirectamente mediante la participación de los músculos de la respiración en la caja torácica.

Habitualmente la mayor parte del trabajo respiratorio lo hace el diafragma, pero cuando por ejemplo hacemos ejercicio o respiramos profundamente se involucran más músculos, que en caso de estar tensos no van a permitir la elevación y expansión de la caja torácica de manera adecuada, lo que significará que los pulmones no se estirarán todo lo que deberían, provocando esto una menor cantidad de aire en su interior.

Dijimos que la respiración profunda es esencial para la “respiración interna” y como consecuencia para el buen funcionamiento de nuestro organismo, para un buen dormir, para gestionar el estrés …

El trabajo a conciencia de la musculatura respiratoria, a través de su movimiento y de la propia respiración, debería ser parte de la práctica de Yoga.

- La propuesta aquí, es realizar una práctica respiratoria considerando:

  • Mover el abdomen con la respiración

Cuando estamos "a gusto", el diafragma es el principal motor de la respiración. A medida que inhalamos este músculo en forma de cúpula desciende desplazando los órganos abdominales, expandiendo naturalmente el abdomen.

Cuando exhalamos, el diafragma se relaja y se libera de nuevo hacia el corazón, lo que permite que el abdomen se relaje en dirección a la columna vertebral.

  • Mantener la quietud en la parte alta del pecho

Durante momentos de estrés, es común levantar la parte superior del pecho y contraer los músculos de los hombros y el cuello.

En esta práctica entonces vamos a buscar que los músculos de la parte superior del pecho permanecen suaves y relajados y que el trabajo se produzca en la parte baja del tórax.

Para propiciar este tipo de patrón de respiración trataremos de mantener relajada la mandíbula, la garganta, el cuello y los hombros.

  • Respirar naturalmente (Permitir que la respiración suceda)

Cuando estamos relajados, el ritmo de las inhalaciones y exhalaciones es continuo, suave y sin interrupciones.

Permanecer, haciendo consciente este movimiento para poder experimentar la clama.

  • Alargar la exhalación

Cuando nos sentimos estresados, nuestras exhalaciones tienden a ser cortas.

Cuando estamos relajados, se vuelven más profundas pudiendo llegar a ser más largas que las inhalaciones.

  • Observar la pausa después de cada exhalación

En nuestro estado más relajado al final de cada exhalación podremos llegar a percibir una breve pausa, que no llega a ser una retención de aire, simplemente se trata de observar ese "instante de pausa natural".

Permanecer atentos a esto puede evocar sentimientos de profunda calma y quietud.

  • Permitir que el cuerpo entero respire

Cuando estamos "a gusto", todo el cuerpo participa en el proceso de respiración, ofreciendo un

masaje a los músculos y órganos internos, llevando paz, calma y quietud a cada célula de nuestro organismo.

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