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La propuesta es hacer de la práctica de Yoga una meditación en movimiento, donde el cuerpo entero sea el objeto de la meditación. 

La invitación es a conectar con nuestro potencial, respetando nuestras estructuras individuales.

Utilizando la atención y la creatividad para ir más allá de los hábitos inconcientes, con la intención de desarrollar la sensibilidad y generar así una relación intuitiva y más conciente con nuestro cuerpo.

Debemos para esto, proporcionarle a nuestro cerebro la información necesaria para que la experiencia resulte en la mayor integración posible, entre nuestro cuerpo y nuestra mente.

La práctica de Yoga resulta en un proceso educativo de exploración personal, cuando la actitud con la que la llevamos a cabo nos permite realizar y estudiar los movimientos desde el interior, siempre con un espíritu de investigación que nos permita  descubrirnos.

Es sólo a través de la autoconciencia, que seremos capaces de sentirnos y conectarnos con nosotros mismos.

Buscando ser conscientes de lo que nuestro cuerpo nos está  diciendo en todo momento, y una vez que identificamos el límite más allá del cual estaríamos sobrepasando nuestra capacidad, retrocederemos un poco y exploraremos esa zona de forma segura con movimientos más lentos, maximizando de esta manera el beneficio de la práctica.

Con la práctica regular los efectos se acumulan y con el tiempo nos volvemos más fuertes, más flexibles  y capaces de mantener la paz y el bienestar en nosotros.

Todos los días cada uno de nosotros se enfrenta a un desafío de vida diferente, y cada día podemos utilizar nuestra práctica de yoga para  mantenernos concientes y vitales.

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