Mente y Meditación. Segunda parte.
- Silvana T. D'Agostino
- 5 oct 2017
- 3 Min. de lectura
La meditación nos introduce en lo que está más allá del cuerpo, la personalidad y las posesiones.
Cuando nos referimos a nosotros mismos, usamos palabras como "yo" y "mío", refiriéndonos así a un sentido de identidad propia, marcando la separación respecto del otro y significando nuestra posesión de las cosas, proyectándonos de esta manera hacia el exterior.
El aspecto de la mente en este sentido, es el creador de un "yo" que implica una identidad construida dentro de la mente misma.
"Yo" es la identidad de un cuerpo particular, una personalidad particular, patrones particulares de pensamiento y una vida particular.
En Yoga se habla de un yo individual y un Yo que representa la realidad trascendental.
El yo individual, cuando nos aferramos a nuestro ego y a las cosas con las que éste se identifica. Sin embargo, cada uno de nosotros es también una manifestación de algo más duradero de lo que parecemos ser, formamos parte de un vasto campo de conciencia pura, o “Sí mismo”.
Según una filosofía clásica de la India, la identidad de cada persona es un ensamble entre: un Ser Consciente (el sujeto o conocedor de la experiencia), y un cuerpo/mente inconsciente (que sirve a la vez de instrumento de conciencia y de objeto de experiencia).
Tenemos un cuerpo, pero nuestro cuerpo no es la totalidad de nosotros.
Tenemos pensamientos, pero ellos tampoco son todo nosotros.
Entonces dentro de cada uno de nosotros hay un testigo interno puro: el conocedor o la conciencia, la mente actuando como un espejo, recibe la luz de la conciencia y la refleja en su superficie adquiriendo una semejanza a la conciencia misma.
Existe así, un falso sentido de identidad, nos equivocamos porque una vez reflejada la conciencia en la mente, ya no se reconoce en su naturaleza pura.
A través de este sentido de individualidad, la mente nos suministra un sentido limitado de "yo" y hasta que nos conocemos profundamente, nos aferramos a las identidades finitas creadas en la mente, por la misma mente, este sentido de yo.
Genera dolor el identificarnos con un cuerpo donde la salud no es confiable, el proceso de envejecimiento avanza sin interrupción y donde la muerte es una certeza.
Y acá está el corazón del Yoga.
La meditación disipa gradualmente la falsedad de la identidad propia y revela un Ser profundo y verdadero a través de un proceso de purificación del ego.. Uno debe buscar alejarse del deseo con un discernimiento constante, estableciendo activamente la mente en el Sí mismo.
En la meditación, las falsas identificaciones se disuelven gradualmente de modo que se puede restaurar la totalidad, dándonos cuenta de que nuestra verdadera identidad no puede ser perdida.
Queda revelada que la esencia de la meditación es la expansión del yo, los límites de la identidad limitada son gradualmente trascendidos en favor de "la felicidad ilimitada" del Ser.
Meditar es morar en esa naturaleza profunda y gozosa.
Al fin,
la mente inferior, descansa en su enfoque
la mente sutil, despierta en su papel como el observador interno;
las impresiones en la mente, de las meditaciones anteriores, se constituyen como apoyo interno; y
las identidades creadas por el ego, se relajan cada vez más en pos de un sentido más elevado del Yo.
Esta es la naturaleza de la meditación,
una mente coordinada en el esfuerzo por descansar en el propio Ser.
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