Yoga y Meditación
- Silvana T. D'Agostino
- 6 feb 2017
- 2 Min. de lectura
El sistema de yoga clásico, está formado por ocho miembros que forman un sistema de práctica y apuntan hacia un objetivo final: la realización de la naturaleza pura y esencial de cada uno de nosotros.
Cada uno de esos miembros desempeña un papel distinto dentro de este proceso de desarrollo y juntos, proporcionan un orden a la práctica.
Se trata realmente de un proceso orgánico donde:
Las dos primeras partes (yama y niyama) describen actitudes hacia la vida y hacia la práctica respectivamente y son esenciales cultivar.
Los siguientes tres ramas ( asana , pranayama y pratyahara ) forman la base para la práctica de la meditación, y cuando son dominadas conducen a un estado profundo y relajado de la concentración.
Son respectivamente las posturas, la expansión de la energía vital y la interiorización de los sentidos.
Y los últimos tres miembros se describen como, niveles aún más profundos de concentración pura, sin distracciones y sostenidas en el tiempo, con aumentos progresivos.
Son ellos la concentración, la meditación y la liberación.
La Meditación es la técnica suprema del Yoga, que nos lleva a percibir directamente la verdad de nosotros mismos, eso que llamamos el Ser, en definitiva, eso que ya somos antes de alcanzar el estado meditativo.
La práctica para alcanzar el estado meditativo es un proceso largo, metódico y diario al cual debemos darle lo mejor de nosotros mismos, pues solo la práctica es lo que nos va a ir llevando a la meta del yoga que es la percepción directa de nuestra verdadera esencia.
Vamos a requerir de una mente y un cuerpo preparados, para poder mantener una observación contemplativa regular y profunda.
El grado de éxito será directamente proporcional a la dedicación para conseguir este objetivo
Nuestra mente está cómoda con lo fácil, haciendo lo que queremos cuando queremos, sin ningún sentido de la responsabilidad, sintiéndonos libres delante de todas las posibles opciones de nuestra vida.
Sin embargo estas opciones son sólo potenciales, meros sueños, y sin esfuerzo nada cambiará en nuestras vidas, para que ocurra un cambio real necesitamos comprender que la dedicación no es una limitación de nuestra libertad, sino todo lo contrario: es una afirmación de nuestra libertad para elegir la dirección que queremos que nuestras vidas sigan.
El compromiso que debemos asumir es vivir el momento presente, dejando de recrear el pasado, dejando de soñar despiertos o de preocuparnos sobre un futuro hipotético.
Es decir, debemos controlar la tendencia que todos tenemos a vivir en un mundo imaginario, un mundo en el que usamos la imaginación para crear una defensa contra el sufrimiento.
La meditación nos permite ver las cosas como son, sin el velo encubridor de nuestras preferencias, sin miedo ni esperanzas.
La Meditación sólo es posible cuando se ha desarrollado la capacidad de la Concentración.
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