Construyendo la Postura de Meditación. En el suelo.
- Silvana T. D'Agostino
- 18 nov 2016
- 2 Min. de lectura
¿Qué zonas son necesarias trabajar para poder sentarnos sobre el suelo con las piernas cruzadas, manteniendo la columna vertebral erguida?
Se requiere, además de la rotación externa de las caderas, la flexibilidad en los músculos de: la espalda, la parte posterior de la pelvis, los muslos internos.
Son todos estos músculos muy fuertes y el desarrollo de la flexibilidad para sentarse con facilidad será un proceso gradual
En todo momento la intención será la de mantener el tronco erguido, sosteniendo su estiramiento anterior, posterior y de sus laterales.
La cabeza quedará alineada con el resto de la columna.
El pecho expandido.
Una suave contracción de los músculos de la base de la pelvis y los abdominales bajos, para facilitar el sostén de la espalda baja.
El abdomen liberado para facilitar respiración.
Cabe señalar que todos tenemos una estructura anatómica diferente en nuestras caderas. Esto significa que no necesariamente resultará fácil para todos el trabajo sobre esta articulación para lograr permanecer sentados con las piernas cruzadas.
Si es este el caso, hay otras opciones para realizar la práctica sentados sobre el suelo por ejemplo, sentarse sobre los talones o entre los talones.
Y si esto tampoco fuera posible, se podrá realizar la práctica sentado en una silla.
Volviendo a la postura sedente sobre el suelo con las piernas cruzadas, aquí será importante colocar las rodillas preferentemente por debajo de la linea de las caderas.
Si existe dificultad para mantener la columna vertebral erguida, habrá que sentarse en el borde de un almohadón, de una manta doblada etc., para que de esta manera la pelvis quede perpendicular al suelo y esto nos permita mantener nuestra espalda erguida.
En caso de que las rodillas queden elevadas (lejos del suelo) generando tensión en la postura, podremos colocar debajo de ellas o bien una manta enrollada o un almohadón, que sirva de apoyo y podamos así descargar el peso de la piernas sobre él.
Esto traerá como consecuencia que las caderas se relajen y las rodillas a su vez caigan más en dirección al suelo.
La opresión en el interior de los muslos y las caderas, a veces está relacionada con la tensión de los músculos profundos del abdomen, como son los flexores de las caderas.
Entonces para comenzar a liberar la pelvis podemos hacer una sencilla práctica respiratoria. Acostados, para facilitar la relajación, con la atención en la zona abdominal observando su expansión natural al inhalar y su retracción natural al exhalar. Podemos imaginar que con cada exhalación las articulaciones de las caderas se sueltan, se aflojan, caen en dirección al suelo, permitiendo al mismo tiempo que también se relajen los muslos.
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