Posturas de Yoga y Fascia
- Silvana T. D'Agostino
- 16 nov 2016
- 3 Min. de lectura
La fascia, tejido conectivo fibroso, es una representación viva y tangible del principio de unidad dentro de nuestros cuerpos. Integra nuestro interior de manera que cuando sucede algo en una parte localizada de nuestro cuerpo, afecta a la totalidad de él.
Los músculos, huesos, tendones, nervios, vasos sanguíneos, las vísceras están envueltos por este tejido y por lo tanto todo el organismo está interconectado sin interrupción por ella.
Nos dá la oportunidad de apreciar la realidad de nuestra interconexión.
Aquí sólo haremos referencia a la fascia relacionada con nuestros músculos, diciendo que:
Sostiene juntos a los músculos y los mantiene en su posición.
A la vez, separa a los músculos para que puedan trabajar de forma independiente el uno del otro.
Proporciona una superficie lubricada para que los músculos pueden moverse suavemente unos contra los otros.
Pero además puede contraerse, sentir y afectar la forma en que nos movemos y reaccionar al estrés.
La inactividad, las lesiones, pasar demasiado tiempo sentados… . puede generar que existan adhesiones entre las fascias musculares evitando y/o dificultando que los músculos se muevan libremente.
Lo cual puede conducir a una rigidez o tensión que limita el rango de movimiento de nuestros músculos.
Las fascias tienen una extraordinaria capacidad de deslizamiento y desplazamiento, posibilitando todos los movimientos: el latido del corazón, la expansión de los pulmones al respirar, la elevación de un brazo etc.
Cuando hablamos de los beneficios físicos de un asana, en general nos centramos en los músculos que se están estirando o fortaleciendo en esa actitud en particular.
Pero en realidad, nuestros músculos están completamente rodeados y entretejidos con tres capas distintas de fascia, que se mezclan en cada extremo de un músculo y se convierten en sus tendones. Es decir músculo y fascia están entrelazados formando una unidad miofascial.
Esto significa que durante la práctica de asanas estamos manipulando al mismo tiempo no sólo a nuestros músculos, sino también a nuestra fascia.
Además, nuestros músculos (o unidades miofasciales) nunca trabajan de manera individual, a través de las conexiones fasciales están conectados a cadenas miofasciales, que son en definitiva las responsables del movimiento.
Además de la creación de nuestra interconexión, la fascia también juega un papel importante ayudando a nuestro cuerpo a sentir. Dado que tiene terminaciones nerviosas sensoriales que están en constante comunicación con el cerebro, informándole a éste, sobre la posición de nuestro cuerpo en el espacio.
Esta capacidad sensorial de "visión interior" es la propiocepción, que nos permite ser capaces de movernos a través de la vida de una manera controlada.
Nuestro sistema fascial es el órgano fundamental de nuestra propiocepción, entonces la salud de nuestro fascia está conectado directamente con el desarrollo de nuestra "visión interior".
Existen investigaciones respecto de la relación existente entre el desarrollo de la propiocepción y los niveles de dolor, esto sería que cuanto mayor sea la posibilidad de que nuestro cerebro pueda sentir con precisión a nuestro cuerpo, menos dolor se tiende a experimentar.
Además, a mayor desarrollo de la propiocepción más hábiles serán nuestros movimientos diarios, reduciendo las posibilidades de lesiones, de vital importancia a medida que pasan los años.
Una de las principales formas en que la fascia se mantiene saludable es al experimentar la variación en nuestros movimientos.
Si ejercitamos nuestros tejidos fasciales de la misma manera todo el tiempo, crecerán débiles y más propensos a las lesiones.
Si por el contrario alimentamos nuestra fascia con una amplia gama de movimientos, responderá mediante la adaptación a esta diversidad y crecerá más fuerte y más resistente.
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