Práctica Respiratoria. Acostados boca abajo.
- Silvana T. D'Agostino
- 10 nov 2016
- 3 Min. de lectura
Para desbloquear la respiración liberando la tensión acumulada en el abdomen y además estirar de manera natural la espalda baja.
Una buena postura para observar el flujo de la respiración es:
Acostados boca abajo.
Con los brazos flexionados (por arriba de la línea de los hombros) de manera que la cabeza queda enmarcada entre ellos y las manos en contacto con el codo contrario, con la frente apoyada sobre los antebrazos. En caso de incomodidad, los brazos se pueden abrir más, de manera que las manos tiendan a acercarse más entre ellas.
Permitiendo a la parte alta del pecho quedar despegada del suelo. Si la posición resulta incómoda para los hombros o los brazos, se puede colocar debajo del pecho, a modo de soporte una manta doblada, un almohadón… de manera que el mentón caiga por delante .
El abdomen en cualquier de los casos, siempre apoyado sobre el suelo.
Las piernas de acuerdo a las posibilidades de cada uno, podrán estar cerca entre sí, con los pies girados hacia adentro, o más distanciadas permitiendo a la cara interna de los muslos descansar sobe el suelo, con los pies vueltos hacia afuera.
En esta posición naturalmente comenzaremos a respirar de manera abdominal, donde la movilización del diafragma eliminará la tensión en la zona del abdomen.
Mientras descansamos en la postura y la respiración comienza a relajarse, podemos observar los movimientos que produce en nuestro cuerpo.
Hay tres principales puntos de observación: el abdomen, los costados de la caja torácica y la zona lumbar.
Podemos probar experimentar las sensaciones llevando la conciencia a cada uno de esos puntos, de a uno por vez.
En primer lugar, observaremos el movimiento continuo de la respiración a medida que fluye hacia fuera y adentro. Observando como la respiración, sola, encuentra su ritmo. Permitiendo simplemente que nuestro cuerpo respire.
Luego podemos comenzar por llevar la atención al abdomen y sentir cómo se presiona contra el suelo al inhalar y como se aleja (aunque se mantienen en contacto con el suelo) al exhalar. Relajando los músculos del abdomen y dejando que estos movimientos se vayan haciendo cada vez más profundos.
Cambiamos ahora el foco de la atención llevándola hacia los lados de la caja torácica. Observando como, tal vez, las costillas bajas se expanden lateralmente con la inhalación y se retraen con la exhalación.
Por último, llevando la atención hacia la espalda baja para poder, tal vez, observar como al inhalar las vertebras lumbares se alejan del suelo y al exhalar vuelven a acercarse a él. Tratando de suavizar los músculos de la espalda y permitiendo que el aire fluya sin resistencia. Es esta, una sensación relajante y podremos encontrar que ayuda a aliviar la tensión de la zona más baja de la espalda.
Para profundizar la práctica: probemos al final de cada exhalación activar la musculatura abdominal, pulsando el abdomen en dirección de la columna; luego con la siguiente inhalación soltamos la tensión máxima manteniendo una suave contracción abdominal y relajando la espalda baja, observando como, tal vez, podamos sentir el estiramiento de la zona por la inhalación profunda.
Podemos repetir esto por unas cuantas respiraciones, para volver luego a la practica inicial con la exhalación natural, sin activación de la musculatura abdominal. Pero siempre permitiendo que la zona lumbar se expanda con cada inhalación.
Y así, tal vez, podamos observar que la respiración se volvió más amplia, pausada y profunda.
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