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Respiración Conciente

  • Foto del escritor: Silvana T. D'Agostino
    Silvana T. D'Agostino
  • 7 ago 2016
  • 3 Min. de lectura

Podemos comenzar a hablar de la respiración diciendo que su finalidad última es la respiración interna, aquella que se produce en cada célula de nuestro organismo, y que consiste en tomar oxígeno de la sangre arterial y devolver dióxido de carbono, transformando de esta manera la sangre arterial en sangre venosa.

Para que esto sea posible, en los pulmones (específicamente en los alvéolos pulmonares, su menor unidad funcional) se produce el intercambio gaseoso entre el aire y la sangre, proceso contínuo por medio del cual la sangre venosa proveniente de los tejidos (rica en dióxido de carbono) se transforma en sangre arterial (rica en oxígeno).

Inseparable de la respiración interna es la respiración externa o ventilación, proceso que se produce en los pulmones y que consiste en la entrada y salida de aire de ellos. La toma de oxígeno durante la inhalación y la eliminación de dióxido de carbono durante la exhalación.

La inhalación (fase activa del proceso respiratorio) es el tiempo que transcurre hasta que el aire llega a los pulmones desde el exterior. Aquí el diafragma se contrae (además de otros músculos) y desciende alargando la cavidad torácica, aumentando su volúmen conjuntamente con el de los pulmones que, debido a su capacidad de distensibilidad, son arrastrados por el diafragma.

Esto significará que la presión del aire que se encuentra dentro de los pulmones disminuye y como producto entonces de la diferencia de presiones (ahora mayor en el exterior) el aire penetra rápidamente por las vías respiratorias hasta su interior.

Esta fase podrá tener diferentes volúmenes de aire, diferentes velocidades, podrá ser menos activa con diferentes gradientes (en reposo o practicando técnicas de relajación), más activa (gran inspiración), diferentes lugares de repercusión (costillas, abdomen, en la parte posterior del tronco …).

La exhalación (fase pasiva del proceso respiratorio) es el tiempo durante el cual el aire que se encuentra dentro de los pulmones sale de ellos. Ahora el diafragma se relaja y asciende traccionado por los pulmones que, debido a su elasticidad, recuperan su tamaño al salir el aire de ellos. Se produce entonces la retracción natural del tórax disminuyendo su volúmen.

Le cabe a la exhalación las mismas características que a la inhalación en cuanto a volúmenes, velocidad, localización, etc.

La apnea es el momento de pausa en el flujo respiratorio, después de la toma y luego de la salida del aire. Su duración está regulada de manera automática por el sistema nervioso en relación a las necesidades que tenga el organismo de toma de oxígeno y de expulsión de anhídrido carbónico.

Y también aquí es posible modificar su duración de manera consciente, sucediendo que si se llega a un límite de las necesidades fisiológicas la respiración se reanudará automáticamente.

Al nacer se produce nuestra primera inhalación y al morir nuestra última exhalación. La respiraciónes es una de las funciones que realizamos permanentemente durante toda nuestra vida de manera inconciente y como tal es un acto esencialmente involuntario a cargo del Sistema Nervioso Vegetativo.

  • Podemos hacer aquí dos observaciones:

Nos encontramos con que si bien la respiración externa sucede en los pulmones, su movimiento se manifiestan en diferentes partes del tronco.

La podemos sentir, en mayor o menor medida, en la caja torácica por delante, de lado, por detrás.

En la zona abdominal por delante, por detrás, a los lados.

En la zona de la cintura, en todo su contorno.

En la región pélvica por delante y por detrás. En el periné (la musculatura de la base de la pelvis).

Pero en general es más fácil sentir su manifestación en la caja torácica y el cajón abdominal, a través de su expansión natural al inhalar y de su retracción también natural al exhalar.

Si bien el acto de respirar está indiscutiblemente relacionado con la toma de oxígeno y la eliminación de dióxido de carbono, también lo está con otras cuestiones.

Por ejemplo, podemos acompañar un determinado movimiento con una determinada respiración; podemos modificar a través de ella el tono muscular y las emociones, como así también ellos pueden modificarla, etc.

Podemos concluir entonces que existe la posibilidad de “intervenir” de manera conciente en la respiración.

Una mención particular a este respecto es la posibilidad, a través de una respiración conciente, de controlar las respuestas de sobre activación frente al estrés y actuar sobre nuestro organismo segregando sustancias y generando actitudes opuestas a las por él producidas, propiciando sensaciones agradables de relajación y tranquilidad.

Continuaremos con el tema en la próxima publicación ...

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