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Equilibrio Interno. Salud. Yoga

  • Foto del escritor: Silvana T. D'Agostino
    Silvana T. D'Agostino
  • 7 oct 2017
  • 3 Min. de lectura

Nuestro cuerpo necesita un estado de equilibrio interno permanente (temperatura corporal, volumen y composición de los líquidos, concentración de residuos y presión arterial ... ).

Necesita la estabilidad en todos sus sistemas fisiológicos, para mantener sus condiciones vitales dentro de los límites normales.

Incluido el equilibrio entre las actividades que consumen y las que aportan energía a nuestro depósito de capacidad vital, pues tanto la deficiencia como el exceso pueden conducirnos a la enfermedad, a través de su desequilibrio.

Hay tres factores directos que afectan nuestro estado de equilibrio, y además están en estrecha vinculación entre sí.

Son el estrés, el sueño y la energía.

El estrés, es un reflejo natural y necesario que sucede en nosotros frente a un cambio tanto interno como en nuestro entorno. Tiene un efecto estimulante en todo nuestro sistema y sirve como una fuerza impulsora en nuestra vida.

El problema comienza cuando quedamos “pegados” en esa modalidad de aceleración, cuando nuestro sistema nervioso simpático no entra en modalidad de descanso. Agotando así toda nuestra carga de capacidad vital al sostener este estado prolongado en el tiempo:

Cobra importancia entonces el freno a esta situación que es nuestro sistema nervioso parasimpático, quién nos ayuda a regular el accionar del sistema nervioso simpático.

El sueño, es necesario para que nuestro sistema pueda funcionar adecuadamente. La cantidad de sueño para cada uno de nosotros será diferente, pero un indicador apropiado sería la sensación que tenemos al despertar. Si nos sentimos descansados y frescos, podríamos pensar que dormimos lo suficiente. Si en vez, nos sentimos cansados tal vez no haya sido suficiente.

Además debemos considerar que la necesidad de sueño cambia según el estado de nuestra capacidad vital, si es bajo necesitaremos más cantidad de horas de sueño, si es alto, tal vez necesitemos menos.

La energía, la medimos dentro de un espectro que va desde la exaltación a la depresión energética. Aquí es muy importante además, la calidad de esa energía.

Deberíamos poder distinguir entre si nos sentimos:

- vitales ó ansiosos/exhaltados/en alerta permanente, por un lado

- serenos,/calmados ó deprimidos/ en estado letárgico, por otro.

Existe en realidad “un estado energético” permanente de nuestro sistema, que podemos testear momento a momento y que además, cambia permanentemente.

En definitiva dependerá de la cantidad de sueño que tengamos cumplida y de lo estresados que nos sintamos.

A lo anterior debemos sumar que, nuestro nivel energético determinará a su vez el grado de malestar o dolor que podamos experimentar.

La forma de sentir momento a momento, dependerá de la percepción interna que tenga nuestro cerebro sobre nuestra reserva de capacidad vital, a través de un seguimiento permanente que hace de nuestra temperatura, la cantidad de glucosa que está utilizando, el registro de si hay algún daño en los tejidos, si el corazón late con fuerza, y tantas otras condiciones corporales, todo al mismo tiempo.

Resultando de todo esto que nuestros sentimientos afectivos de placer/displacer, calma/agitación, no serán otra cosa que una manifestación de nuestra capacidad vital a cada momento.

Permanentemente podemos tener una lectura muy clara sobre el estado de nuestra fisiología. Si, la sensación general es de desagrado, malestar, nuestra dotación energética estará en desequilibrio y también será cierto lo contrario.

Es decir, no es tan simple como que por ejemplo estemos “de mal humor”, porque no dormimos lo suficiente…

Desde la inteligencia de nuestro cuerpo, es cierto que tendremos indicadores de que no estamos en equilibrio, pero también lo es que, no tendremos las instrucciones de cómo reaccionar en particular frente a cada situación.

Nuestro cerebro sí buscará las explicaciones, pero a la hora de actuar dependerá de nosotros el qué y cómo lo hacemos y ahí es donde entra la tradición del Yoga para ayudarnos a gestionar nuestro presupuesto energético.

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