Fuerza Vital y Salud
- Silvana T. D'Agostino
- 1 oct 2017
- 3 Min. de lectura
Si consideramos que para mantener nuestra salud, el funcionamiento de todas las partes de nuestro cuerpo, de nuestros sistemas, deben trabajar dentro de un determinado rango de intensidad, es decir que el exceso o deficiencia en cualquier nivel podría provocarnos problemas de salud, a medida que nos volvemos más concientes de nuestro caudal de fuerza vital, podemos tomar decisiones acerca de las situaciones y actividades que nos acercarán a mantener nuestro estado de equilibrio general.
Tanto el Yoga como el Ayurveda (su ciencia hermana) están de acuerdo en que el equilibrio interno, siempre dinámico, se ve afectado tanto por los procesos fisiológicos, como por el estado de nuestra mente y nuestras emociones.
Todo lo que sucede en nuestra vida diaria tiene algún efecto sobre nuestro afecto (entendido como expresión de nuestra energía).
Cualquier actividad o situación puede ser estimulante o sedante y más o menos agradable.
Nuestros sentimientos de placer y disgusto, de calma y agitación, resultan ser simples resúmenes de nuestro caudal de fuerza vital, lo que significa que la forma en que nos sentimos en un momento dado, no es realmente un reflejo de nuestra realidad externa, sino más bien un reflejo de nuestro equilibrio fisiológico interno.
Tanto la ciencia moderna como la sabiduría tradicional ayurvédica, reconocen que es necesario para el cuerpo mantener el estado de homeostasis = ambiente interno estable. Se debe mantener el estado de equilibrio interno sobre los niveles de la temperatura corporal, el volúmen y composición del líquido, la concentración de residuos y la presión arterial…
Hay un constante juego entre fuerzas opuestas y el cuerpo permanentemente se adapta y reajusta a la evolución del entorno tanto interno como externo.
Aplicado esto a nuestra práctica de Yoga: comenzamos a movilizar energía - producimos calor – su exceso debe perderse (para evitar el sobrecalentamiento) – se produce el sudor - que provoca la pérdida de agua - bebemos (para reponer el agua)...
Es éste, un acto de malabarismo entre varios sistemas fisiológicos para mantener las condiciones vitales dentro de los límites normales.
Sabemos que si sentimos ira, esto repercutirá tanto en nuestro estado mental como en nuestro funcionamiento fisiológico (presión arterial, frecuencia cardíaca, la capacidad respiratoria, etc.).
Si tenemos poca energía, falta de confianza, esto también influirá sobre nuestra percepción de nuestra propia salud y vitalidad.
Entonces sea que, tengamos demasiado de cierta clase de energía (ansiedad, agitación, ira ...) o tengamos muy poca ( baja autoestima, depresión ....), lo hacemos es alejarnos del estado ideal, el estado de salud, que es mantener el equilibrio interno.
Podemos entonces desde la práctica de Yoga, plantearnos el deshacernos del exceso y construir sobre las deficiencias.
(esto además de partir de una base que contemple el buen descanso y contar con estrategias que nos ayuden a manejar el estrés)
Nuestra práctica, puede y debería, convertirse en una estrategia eficaz para manejar nuestro caudal de fuerza vital. Ayudándonos a movernos hacia un estado más agradable y cercano al punto de equilibrio entre los estados de exaltación y depresión.
La tradición del Yoga desarrolló un modelo completo para administrar el presupuesto energético de nuestro cuerpo y facilitar tanto la acumulación como la eliminación de la energía del sistema , según sea necesario.
Hay una práctica destinada a construir, nutrir y otra para reducir, eliminar.
Este modelo de práctica es sobre la administración de la energía, por lo tanto la respiración juega un papel principal en él.
Considerando además que no se trata sólo de las prácticas que elijamos, sino también de cómo las apliquemos.
Resulta muy útil para gestionar nuestra energía cotidiana, pero se vuelve aún más importante en un contexto terapéutico, cuando ayudamos a tratar problemas de salud.
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